MORENA UN PROGRAMA POLITICO DE MANIPULACION SOCIAL

Morena, manipulación y el juego del poder: un análisis incómodo para una ciudadanía despierta

En política no existen los accidentes, existen las estrategias. El partido Morena, acrónimo de Movimiento de Regeneración Nacional, no solo ha sabido aprovechar la coyuntura histórica mexicana, también ha tejido un entramado de manipulación social que recuerda, línea por línea, los modelos de control y propaganda descritos por la teoría crítica.

La ingeniería social como praxis política

La ingeniería social es el arte de influir en el comportamiento colectivo a través de símbolos, narrativas y estructuras que condicionan la percepción. Morena ha desplegado esta ingeniería bajo la bandera de la Cuarta Transformación, un relato que divide el mundo en dos polos: pueblo bueno versus élites corruptas.

Esto conecta con el concepto de framing (encuadre). Quien controla el marco no necesita ganar la discusión, porque ya definió los términos. Llamar “bienestar” a cualquier producto —sea gas, frijol o chocolate— encierra en sí mismo una victoria discursiva: cuestionarlo parece cuestionar al bienestar mismo.

La segunda táctica visible es el clientelismo moderno, donde los programas sociales no solo cumplen una función redistributiva, sino que generan dependencia política. Robert Cialdini lo explicó en sus principios de influencia: la reciprocidad obliga. Si recibes del Estado, te sientes compelido a corresponder en apoyo político.

 

Chomsky, Herman y el modelo de propaganda

 

Noam Chomsky, junto con Edward Herman, desarrolló en Manufacturing Consent el modelo de propaganda: cinco filtros que moldean la opinión pública.

  1. Propiedad de los medios: En México, el Estado concentra recursos de comunicación en las “mañaneras” y conferencias oficiales, marcando la agenda.

  2. Publicidad: Aunque menos evidente, los convenios publicitarios mantienen a medios dependientes del gobierno.

  3. Sourcing (fuentes): Los periodistas dependen de conferencias oficiales, generando un sesgo pro-gubernamental.

  4. Flak (castigo al disidente): La descalificación de periodistas críticos como “conservadores” o “sicarios mediáticos” funciona como represalia discursiva.

  5. Ideología dominante: La narrativa antineoliberal es el filtro ideológico que separa aliados de enemigos.

Morena ha convertido estos filtros en práctica política. La gestión del escándalo Casa Gris lo ejemplifica: frente a señalamientos de conflicto de interés, la narrativa oficial no buscó transparencia sino reencuadre (“ataque mediático”, “complot”). En el caso Segalmex, el mayor desfalco de recursos sociales en décadas, la respuesta fue diluir responsabilidades en la burocracia y reencuadrar como anomalía.

 

El poder del símbolo: “Morena” como marca emocional

Aquí entra otra dimensión: el poder semiótico del nombre. Oficialmente es el acrónimo Movimiento de Regeneración Nacional. Pero en el inconsciente colectivo “morena” evoca a la Virgen de Guadalupe, la madre protectora del pueblo mexicano, y al mismo tiempo a la identidad popular ligada al color de piel y a la raíz mestiza.

No es casualidad: este juego de significados convierte al partido en algo más que una estructura política; lo vuelve una identidad emocional, casi religiosa. Y cuando la política se reviste de religión, la crítica se convierte en sacrilegio.

La contradicción del “bienestar”

 

El problema no radica en los programas sociales en sí mismos, sino en la contradicción. ¿Cómo se puede prohibir la comida chatarra en escuelas y, al mismo tiempo, introducir el “chocolate del bienestar” con sellos de exceso de azúcar, grasa y calorías? ¿Cómo se justifica que la producción del “frijol del bienestar” termine en manos de familias políticas?

Esto es manipulación mediante doble discurso: predicar austeridad mientras se alimenta el nepotismo. Es el equivalente moderno de “pan y circo”, con un envoltorio de modernidad.

Inspiración en tiempos de cinismo

 

Podemos indignarnos, sí, pero eso no basta. La lección de Chomsky no es solo desenmascarar los filtros, sino tomar responsabilidad ciudadana. El antídoto frente a la manipulación no está en esperar un mesías político, sino en educarse, organizarse y pensar críticamente.

México no necesita más “planes de bienestar” disfrazados de favores; necesita ciudadanos capaces de romper el hechizo narrativo. El verdadero reto no es denunciar la corrupción ajena, sino construir una cultura política donde la manipulación sea detectada, rechazada y castigada en las urnas.

El nombre “Morena” puede querer significar Virgen, piel, pueblo. Pero el verdadero rostro del bienestar no vendrá de símbolos ni slogans: vendrá de un pueblo que se atreva a pensar por sí mismo, a confrontar el relato y a dejar claro que la fe no sustituye a la rendición de cuentas.

2025
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